Una de las tendencias que señala The ALA Center for the Future of Libraries es la desconexión, el unplugged, una palabra que nos recuerda a los conciertos acústicos los noventa y que ahora vuelve a nosotros con otro significado. La idea que se esconde tras este concepto es que, en una sociedad siempre conectada, se hacen necesarios momentos y espacios para reflexionar y centrarse en lo que es importante.
Aprender a gestionar la conexión es indispensable para quienes llevamos todo el día un smartphone. En los momentos en que necesitamos concentrarnos en alguna tarea aprendemos a configurar las notificaciones para que What’s App y otras aplicaciones no nos hagan perder el hilo.
Las bibliotecas son lugares que algunos de nuestros usuarios asocian al silencio y a la concentración. Sin embargo, en ocasiones la distribución de espacios —que en muchas bibliotecas se escribe en singular— no hace posible condicionar otros servicios a las necesidades de unos pocos. A partir de la tendencia que señala la ALA surgen varias cuestiones: ¿cómo capitalizar ese valor que se asocia a nosotros y que es útil para la sociedad? ¿Realmente debemos renunciar al silencio? La respuesta no es sencilla, especialmente para quienes no cuentan con espacios separados, y por eso este tema es recurrente y sigue generando controversias en una sociedad que sigue asociándonos al estudio y la concentración.
Por otra parte, ¿saben nuestros usuarios cómo desconectar? Algunas bibliotecas celebran talleres sobre el uso de dispositivos móviles en los que también se explica cómo silenciar el móvil, configurar las notificaciones en sus diferentes aplicaciones y en qué momento no está bien considerado socialmente que se utilice el móvil. Como suele ser habitual en estos casos, la culpa de muchos de los males que se asocian a la tecnología nos son suyos, sino del uso que hacemos de ella y que en muchos casos aún no hemos aprendido.
Muy apropiado, Natalia. Precisamente de eso, de ‘un lugar tranquilo y silencioso donde poner en orden los pensamientos’ es de lo que habla esta usuaria de la Biblioteca Pública de Nueva York en este vídeo maravilloso sobre los usos de la biblioteca : [http://bit.ly/1SOFzSk].
Maravilloso, un adjetivo muy apropiado para el vídeo que compartes, Ignacio. Realmente me ha emocionado.
Natalia, me ha gustado tu texto. Hace unos meses compartí unas reflexiones sobre el silencio en las bibliotecas en el Blog de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza: http://blog.biblioteca.unizar.es/general/en-silencio/
Alegra saber que somos unos cuantos los que le damos vueltas al tema.
Saludos.
Ramón
Un post muy valiente, Ramón, parece que no está de moda defender el silencio. Me ha gustado la comparación con los vagones de silencio de la RENFE; ahí está el truco, en los espacios diferenciados.
Saludos,