
No sé si pertenecemos a una profesión sin próceres o si la categoría de los que tenemos no da la talla (si hay alguno delante de la pantalla, por favor, no me lo tenga en cuenta) pero el caso es que no nos suelen invitar a reflexionar y nuestra opinión se queda sin hoja ni Plan.
Que no nos inviten al sarao es ilustrativo (indica que somos extras actores secundarios en esto de la Cultura, más ahora que con lo de internet, ya se sabe, las bibliotecas no tienen nada que hacer) pero no grave.
Grave es que mientras nos muestran lo preocupados que están por la Cultura nuestros rectores confundan esta con la gestión de los derechos de explotación de una obra que no beneficia a los autores y penaliza la difusión de las ideas; grave, y mucho, es que en un momento en el que la Cultura se transmite por las redes no hagan nada, ni a derecha ni a izquierda, por defender un acceso igualitario a la Red. Y barruntamos que el no ser invitados no depende tanto de nuestra insignificancia cultural como de nuestra falta de negocio que respalde con posibles beneficios la gestión de nuestros rectores.
Sería Imperdonable que indignados por el desplante de lo de Comisiones y Planes no viésemos dónde se está jugando el futuro de la Cultura y lo que como profesionales tenemos que hacer. Si todavía no te has leído el manifiesto de neutralidad en la red hazlo y ten presente “El traje nuevo del emperador” cuando reclamen cánones y prebendas 🙂
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Yo no me preocuparía demasiado por no estar presente allí.
Normalmente de ahí no sale nada útil o salen decisiones que benefician intereses de grupos o particulares. De modo, que, ya que no podemos decir que hemos ayudado a mejorar el acceso a la cultura, al menos que no nos puedan considerar cómplices de los desastres y trapicheos que se traen.