[Biblioblog] Leía en el periódico de ayer algo que ya sabíamos hace tiempo los internautas y quienes trabajamos en el ámbito de la información: el deseo de poseer está perdiendo peso ante la posibilidad de acceder. ¿Por qué tener en mi casa toda una colección de música, cuando puedo escucharla siempre que quiera a través de Spotify y otros servicios? ¿Por qué comprar un DVD o descargar una película cuando puedo verla en streaming, sin ocupar espacio de estantería o de disco duro y a un precio razonablemente más bajo? Esta tendencia se puede interpretar como un hartazgo de la sociedad consumista, como la madurez de nuestra cultura, pero lo cierto es que, al menos en el ámbito de los contenidos, quienes facilitan el acceso son la mejora de las capacidades de la web, la filosofía colaborativa de la web social y el cloud computing, la nube.
El informe en que se basa el artículo publicado ayer en El País se centra en los contenidos audiovisuales pero, ¿qué hay de los contenidos textuales? En el ámbito de la prensa, de consumo rápido, la transición parece natural, pues sus artículos se pueden leer desde un ordenador en dosis limitadas, incluso desde el móvil. Además, ya habíamos asumido que el periódico del día está abocado al contenedor de reciclaje, en el mejor de los casos, con la excepción de esos recortes o esos ejemplares (revistas, por ejemplo) que archivamos con cuidado.
Pero si hablamos del libro, la cosa cambia. Técnicamente, nadie lee libros en un ordenador y la lectura desde dispositivos lectores de libros electrónicos está preparada para la descarga de textos y la lectura en ellos, pero no para la lectura desde la web. Esto está cambiando: el iPad, la nueva generación de lectores de libros electrónicos (como el nuevo Alex de Papyre) y los teléfonos móviles incorporan navegador, por lo que es posible leer libros en streaming, desde Google Books, por ejemplo. Nuestro apego a la letra impresa es aún grande: nos gusta oler, ver y sentir el papel entre nuestras manos, de hecho hay muchos que se niegan a dar el salto al libro electrónico por ese alto valor sentimental del papel. ¿Es extrapolable el modelo de la nube para los libros? ¿Estamos dispuestos a dejar de poseer libros, en papel o en formato digital, para leerlos en la nube? ¿Están las bibliotecas dispuestas a dejar de almacenar libros para a prestarlos en la nube? ¿Puede ser éste un modelo válido para el préstamo de material audiovisual desde las bibliotecas?
Como la sensación de poseer un libro no hay nada. Tocarlo, olerlo, sentir las páginas, tenerlo en la estantería… eso no se puede sustituir.
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En realidad se pueden leer libros (y previews de libros) desde la web de Amazon o desde la aplicación Kindle para pc/mac.
Y los tópicos de «la letra impresa», el «olor del papel» y demás han quedado atrás ya. @Diddlina un libro sirve para transmitir X información, no importa el soporte. Ahora estás leyendo esta información en un blog, ¿no notas que te falta el tacto del periódico o de una revista? ¿No notas cómo no puedes depositar dicha información en tu estantería? Ah, claro, que hablamos de libros.
Ya me disculparéis… pero dejando a un lado las afirmaciones «eróticas» sobre el papel… a mí lo que de verdad me preocupa es lo que toda la vida hemos hecho: prestar, pasar a los colegas, compartir, disfrutar en común del libro.
Y es que el paso de la propiedad al acceso, previo pago por uso, previa instalación de DRMs… me da a mí que nos va a impedir la socialización de nuestros gustos, de nuestra humanidad…
Pero no me hagáis mucho caso…
En la práctica se pueden leer libros en un ordenador, pero… ¿quién lo hace? Quizás unas páginas por motivos laborales, ¿pero quién se sienta delante del ordenador en su casa a leer un libro? Otra cosa son los lectores de libros electrónicos.
Un buen ejemplo de compartir libros electrónicos: Wattpad. Pero tienes razón Pedro: el préstamo de libros parece tener sus días contados con todo el rollo de los DRM (que a veces lleva incluso a que ni el propio comprador del libro lo pueda leer). Otra cosa son las recomendaciones, y ahí las funcionalidades sociales del OPAC tienen mucho que ver. Y también el préstamo bibliotecario, que te permitiría tener esos libros que te recomiendan.
¿Qué es más importante, el préstamo del libro o la recomendación, que te guíen a él?
Están saliendo muchísimos formatos nuevos y mil historias que saldrán más, pero personalmente a mi no me convencen todavia. Creo que las ventajas de un libro todavía no puede darlas ningún soporte, y no comparemos el leer un libro de 800 páginas en papel que leerlo delante de un ordenador.
El tema de oler el libro parece estar resuelto, incluso podemos decidir cual. Echadle una ojeada: http://smellofbooks.com/
…. el resto, poco a poco 🙂
Saludos
Jordi
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El olor a libro es como aquellos que rememoran escuchar la pua cuando ponian un disco en un winko (tocadiscos que llamábamos en Arg.). La lectura no desaperecerá, es más crece, crece, crece a pasos agigantados e imparable como una catarata. Creo que el estado de lectura es impresionante (incluso ya no se «lee» libros y la lectura de libros en la era de las pantallas produce añoranza en aquellos que se criaron en la cultura librezca) y todavía no puedo creer que la discusión más acalorada sea por el soporte. O me imagino que varios bibliotecarios defienden al libro porque ¿de qué van a trabajar sin libros?.