Soy profesor, es lo que siempre quise ser. No cambio la enseñanza por nada. Enseñar me sigue pareciendo la mejor manera de abrir caminos… como la lectura. Junto a mi vocación docente, he requerido hacer paréntesis vitales para afrontar responsabilidades institucionales (asumir la dirección de bibliotecas de mi universidad, por ejemplo), actualizarme en conocimientos y metodologías (mi sabático en Estados Unidos, por ejemplo) o ampliar habilidades profesionales (mi periodo en la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, por ejemplo). Mis experiencias profesionales anteriores me permiten enseñar «con fundamento» y disponer de más capacidad para la docencia y la promoción de la formación oficial de profesionales de la documentación. Además, el balance que sin pretenderlo uno realiza cuando cumple medio siglo me ha llevado a compensar dedicaciones y ganar más tiempo para placeres como la lectura. Soy un docente que forma profesionales de bibliotecas y que lee con la suficiente frecuencia como tirar para arriba de las estadísticas de hábitos de lectura. ¿Y qué leo? Pues soy de los que se dejan arrastrar por temas, autores y sellos en cuyos criterios se puede seguir confiando. Pero no he venido a hablar de mis libros, sino de los que otros escribieron y que tuvimos el gusto de empaquetar para mostrar en bibliotecas dentro del plan de lectura posiblemente más longevo del país: Un libro es un amigo, de la Diputación de Badajoz, que se inició en 2004 y que sigue en activo.
Mi etapa en la gestión cultural me permitió diseñar exposiciones en las que la lectura fuera el fin, el medio y el principio. Junto a Patricia Picazo de Fez, coordinadora del Plan, y acompañantes diferentes según el proyecto, creamos exposiciones artístico-literarias que se mostraban en bibliotecas públicas para la promoción del libro y la lectura. Una de ellas fue Lecturas en trayecto, producida en 2005 y en la que se proponían diferentes trayectos de viaje, guiados por personajes con mucho en común: los viajeros épicos, los que se lanzaban a empresas dudosas, los avispados, los perseguidores de quimeras, los mundanos y ultramundanos, los sempiternos niños, los enamorados cabales o ingenuos, los desnortados o los sedentarios vocacionales. La exposición partió de la idea de que el libro es el viaje y, por y para ello, los personajes y sus obras se organizaron en imaginarias líneas de metro, que llevaban de un personaje a otro, de un libro a otro, de una estación lectora a otra. El éxito de la exposición se debió, por una parte, al ropaje artístico que creó Lara Contreras, con sus instalaciones de grandes maletas, con los bagajes sentimentales de un personaje por línea. Y, sobre todo, por otra parte, a la selección literaria que realizó Rubén Contreras, profesor de literatura y lector sin límites.

Lecturas en trayecto – Mapa literario de la exposición y selección bibliográfica
Rubén Contreras escogió 45 personajes (y sus 45 obras) y los organizó en las nueve líneas conductoras. Visualmente, los personajes y sus hilos se presentaron conectados en un mapa y desarrollados en paneles informativos, que acompañaban a cada maleta-instalación, destacaban las características de cada personaje y remitían a la obra en la que vivían, que también se podía consultar en la exposición. Además, se editó una completa guía literaria, con textos de Rubén Contreras, en la que se presentaban las líneas, los personajes y las obras. La guía de Lecturas en trayecto supone una gran labor de auto-canon, que continúa vigente y que sigue sirviendo para responder a la pregunta ¿y ahora qué libro leo?
Las bibliotecas (y las lectoras y los lectores) tienen a su disposición la guía de lectura para su descarga, así como los paneles que se usaron para la exposición. Descárguenla, reutilicen los materiales, recomienden la guía, adapten la idea o repítanla en sus bibliotecas. Qué mayor promoción de la lectura que la propia lectura de las obras recomendadas. Y nosotros, tan felices.
- Guía de lectura Lecturas en trayecto y paneles informativos [Página de descarga]