Un encuentro, dos lecciones, tres días

[Biblioblog] La semana pasada asistí al Encuentro Bibliotecas y Gestión Cultural, celebrado en Peñaranda los pasados jueves, viernes y sábado. Por mi trayectoria profesional la gestión cultural siempre me ha resultado ajena, pero si algo he aprendido durante esos días a través de los ponentes y de las conversaciones con otros asistentes es de su importancia en las bibliotecas y de las oportunidades que ofrece en el actual escenario de cambio. Muchos tenemos claro que el libro electrónico está aquí para quedarse (conviviendo o no con el libro en papel, eso da igual, el tiempo lo dirá) y que va a cambiar la cadena del libro tal y como la conocemos. Durante uno de los dos cafés coloquio una de las compañeras de mesa se preguntaba cuál sería el papel de las bibliotecas y de sus profesionales si ya no pueden prestar libros de papel, libros objeto. Nunca me ha gustado vaticinar el futuro, puesto que las predicciones suelen tener en cuenta sólo las variables que conocemos y no las que se van introduciendo con el transcurrir del tiempo, con lo cual tienen pocas posibilidades de éxito, pero en esto del libro llevo un tiempo pensando que las bibliotecas evolucionan hacia servicios en línea desde los que puedes descargar los contenidos desde cualquier lugar con una conexión a internet. Entonces, ¿por qué seguir manteniendo edificios contenedores de libros objeto? ¿por qué seguir manteniendo un modelo de mediados de siglo XX, como nos contaba Miralles durante el Encuentro? La oportunidad de supervivencia de las instalaciones bibliotecarias depende, y ahí es donde entra en juego la gestión cultural, de su conversión en espacios para la comunidad, en espacios culturales a los que los ciudadanos puedan acudir a escuchar un concierto, asistir a un cuentacuentos, buscar información, etc.

La segunda lección con la que vuelvo a casa es la experiencia de utilización de los
medios sociales para la difusión de información del evento. La utilización que de ellos se hizo en FESABID 2009 y que corrió a cargo de Javier Leiva, ha servido como precedente, modelo y casi único punto de referencia para la experiencia de Peñaranda, significativamente diferente por la magnitud del encuentro (en Peñaranda rondaba el medio centenar de asistentes) y la concreción del perfil, en nuestro caso menos diverso. En Peñaranda se han empleado un blog, una página en Facebook y una cuenta en Twitter, todos ellos relacionados entre sí, para mantener a los asistentes informados de aspectos prácticos del evento (cómo llegar, dónde alojarse y comer o quiénes serán los ponentes), ampliar los contenidos del encuentro con reflexiones sobre los temas a tratar y para permitir el seguimiento de lo que estaba sucediendo mediante imágenes, resúmenes y breves mensajes en Twitter. Si el esfuerzo ha sido grande, algunos asistentes han agradecido la información previa sobre los aspectos prácticos. Merece además la pena difundir por escrito esos contenidos que antes quedaban en los comentarios de los pasillos o en la memoria de los asistentes, sin trascender más allá de esos límites, y que de esta manera pueden llegar a cuelquier lugar del mundo.

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