La Biblioteca Pública de Hanno, en la prefectura de Saitama (Japón) ha implantado la tecnología NFC (Near Field Communication) en sus instalaciones. En la web de la empresa Fujitsu, que ha colaborado en este proyecto, se explica cómo la proximidad del smartphone con las etiquetas NFC, que en este caso se han colocado en varias estanterías (véase imagen más abajo), activa un portal web desde el que se accede a varias fuentes de información, como la Wikipedia o varias bases de datos. De esta manera se puede ampliar información sobre los libros de la colección, lo que ayuda al lector a tomar una decisión a la hora de escoger sus lecturas en el momento de la elección, en la biblioteca. Este portal web, cuyo diseño está optimizado para dispositivos móviles, también permite efectuar reservas de libros y publicar reseñas.
El proyecto Karirutatchi ―así se denomina― se ha implementado por primera vez en esta biblioteca con unas cien etiquetas NFC iniciales que pretenden aumentarse más adelante. En un futuro está previsto que se extienda este proyecto a quinientas bibliotecas de todo el país.

NFC en la Biblioteca Pública de Hanno.
La tecnología NFC permite una conectividad cercana, de unos centímetros, para el intercambio de datos entre dispositivos. Su funcionamiento requiere dos elementos: una etiqueta NFC previamente programada con la instrucción de la tarea a realizar y un smartphone que incorpore la tecnología NFC. Tras instalar una aplicación lectora de NFC en el smartphone, éste debe situarse cerca de la etiqueta para que se ejecute la instrucción.
Si bien se lleva algunos años hablando sobre cómo esta tecnología podría implantarse en las bibliotecas, hasta el momento son escasas las iniciativas puestas en marcha. Por una parte, en la actualidad no todos los smartphones incorporan NFC, aún poco conocida ―el iPhone es uno de los que aún se resiste―, y por otra, la adquisición de las etiquetas conlleva un gasto (aproximadamente un euro por etiqueta) que puede evitarse con otros sistemas.
Aunque hay quienes aseguran que el NFC eclipsará a los códigos QR, estos últimos se han postulado en la práctica como una alternativa más ventajosa para las bibliotecas de nuestro país, especialmente porque son más populares y reconocibles, pero también porque son legibles desde cualquier smartphone y fáciles y baratos de producir ―con sólo buscar en Google «generar QR» se pueden encontrar montones generadores gratuitos en línea y los códigos pueden imprimirse en cualquier soporte―. Al menos en aquellos casos en que el objetivo es algo tan simple como dirigir al usuario a un sitio web.
La tecnología NFC ofrece ventajas frente a los códigos QR en los casos en que se desea aprovechar el elemento de la proximidad o se requiere ejecutar una instrucción para agilizar un proceso. Así, por ejemplo, cuando el objetivo es formalizar un pago de la manera más rápida para el cliente, NFC será una mejor solución (ver vídeo) que los códigos QR, que exigirán al cliente seguir una serie de pasos para autenticarse (así lo plantea PayPal). En el blog QR-Code se explican las diferencias entre ambos.
Otros posibles usos de la tecnología NFC en bibliotecas son la descarga de libros, como proponen el proyecto Ingebord y la propuesta Library Underground ―una idea de un grupo de estudiantes de llevar la biblioteca al metro y poder descargar desde él libros electrónicos a modo de muestra―, el autopréstamo o sustituyendo al carnet de la biblioteca. Estos dos últimos usos sí podrían justificar el uso de la tecnología NFC, que agilizaría los procesos. Más relacionada con la lectura está esta experiencia que conocimos a través de Marta Abarca Villoldo en las últimas Jornadas Españolas de Documentación y que permite escuchar el audiolibro al acercar el smartphone a la portada de su versión en papel, una idea pensada para personas con discapacidad visual.
Pero además Karirutatchi forma parte del portal Kariru, desde el que es posible localizar un libro en cualquier biblioteca del país. Se trata de un catálogo muy diferente a los que estamos acostumbrados a ver: no solo abarca a varias bibliotecas públicas del país, todo un logro, también su diseño es muy informal y priman los elementos gráficos sobre los textuales. La portada y una ventana con publicidad son los elementos más visibles, mientras que los datos bibliográficos quedan en un segundo plano (edición, ISBN…).
Gracias a los dispositivos móviles y la conexión a internet cada vez tenemos más medios a nuestro alcance para facilitar a los usuarios el acceso a la información desde la biblioteca. Es el momento de encontrar la forma de explotar esos medios y buscar soluciones óptimas, al menor coste posible, que realmente funcionen y sean útiles y eficaces para nuestros usuarios. Pero antes que nada debemos conocer cada tecnología y saber aplicarla a cada caso concreto. De ello dependerá su éxito, y también el de nuestras bibliotecas en la era digital.