Cada vez son más las bibliotecas en el estado español que ponen en marcha alguna iniciativa respecto a los dispositivos móviles. Para recoger esta realidad me gusta usar el término #bibliomovilidad que define la aplicación de los dispositivos móviles y su tecnología en los servicios bibliotecarios, ya sea desde el punto de vista del usuario o del personal de la biblioteca. La almohadilla va incluida en el término #bibliomovilidad en honor al origen de esta palabra, que surgió para reunir a los tuits con una misma temática en Twitter, pero también para significarla como descriptor de una realidad.
La actividad Dispositivos móviles y bibliotecas: experiencias que conectan lo presencial y lo digital, celebrada en el marco de las Jornadas españolas de documentación – FESABID 2013 y patrocinada por Swets, cumplió un papel de foro para conocer las experiencias relacionadas con dispositivos móviles que se están llevando a cabo en las bibliotecas. En total se presentaron once experiencias que se sitúan en diferentes líneas de trabajo, como se verá a continuación.

Participantes presenciales en la actividad Dispositivos móviles y bibliotecas. Imagen cortesía de Fesabid.
Las bibliotecas universitarias están a la cabeza en #bibliomovilidad, y aunque sólo son quince las que han desarrollado alguna iniciativa hasta el momento, según explicó Jordi Serrano, se perciben claramente como un porcentaje mucho mayor que en otros tipos de bibliotecas, aún a falta de datos.
El primer paso que las bibliotecas están dando es crear un sitio web propio y son cada vez más las que se están decidiendo a hacerlo. Las formas varían desde la creación de un sitio web completamente nuevo pensado exclusivamente para móviles, incluso los contenidos, hasta la adaptación del ya existente. Por esta última vía han optado las Bibliotecas de la Universidad de Salamanca. En este punto se plantea una disyuntiva sobre qué camino seguir, la solución dependerá de factores como los recursos o los objetivos marcados.
Tras BiblioUSAL, la app de la Biblioteca de la Universidad de Salamanca, han aparecido otras aplicaciones móviles. La última de ellas es BibliosBCN, que destaca por su originalidad en el actual panorama internacional, en el que la mayoría de las aplicaciones móviles se plantea como una reproducción de los contenidos de la web. BibliosBCN es, por el contrario, una herramienta para los usuarios que quieren gestionar el calendario de actividades organizadas por las Bibliotecas de Barcelona y, a diferencia de otras apps de bibliotecas, proporciona un servicio concreto y no sólo información.
Parece que las apps pueden ser una de las vías de desarrollo de la #bibliomovilidad próximamente. Comienzan a aparecer los primeros servicios de creación de apps específicas para bibliotecas por parte de las empresas: Swets Apps Service –que Swets ofrece en colaboración con su socio Obture CODE– y la plataforma Librantia son las primeras en el mercado español. Librantia, inicia su trayectoria con la app de las bibliotecas del País Vasco, aún no publicada. Núria Suri, manager de productos electrónicos en Swets, explicó durante las Jornadas que el coste de estas apps es de entre cuatro y cinco mil euros, dependiendo de las funcionalidades que se incorporen.
Teniendo en cuenta que el coste puede ser un impedimento para algunas bibliotecas, hay quienes han comenzado a experimentar con las plataformas en línea de creación de apps. Sobre ellas hablaron Francesc Carnerero y Taïs Bagés en el XI Workshop REBIUN sobre proyectos digitales. Pero la escasa madurez de estos servicios y las muchas mejoras que aún requieren, así como un resultado más profesional, son una baza a favor de las empresas. Por el momento no parece que todas las bibliotecas estén dispuestas a seguir la vía de las apps, la más costosa económicamente.
La recomendación de apps en el entorno bibliotecario es una de las vías que las bibliotecas pueden explorar sin un coste importante. Así, el Centro del Libro Infantil y Juvenil (CILIJ) las ha integrado en su guía Lo+ como un contenido más. ¿Por qué no recomendar a nuestros usuarios apps para niños y jóvenes, investigadores, estudiantes o personas interesadas en temas concretos?
Aunque hay quienes no apuesten en absoluto por los códigos QR, quizás sean el servicio relacionado con la movilidad más extendido entre las bibliotecas, que los están utilizando con diferentes propósitos: servir de enlace con los contenidos web desde el entorno presencial y para ampliar contenidos son posiblemente las funciones que cumplen más a menudo. En los Bibliobuses de León, explicó Roberto Soto, les permiten estar cuando no están, dadas las características del servicio de los bibliobuses. La dificultad de los códigos QR, que la tienen, no está en su creación, sino en la utilidad final que tendrán y en la experiencia del usuario.
El mayor componente de gaseosa hasta el momento en #bibliomovilidad, al menos en las experiencias que han salido a la luz, está en la realidad aumentada. Experiencias como las de las bibliotecas públicas de Muskiz (vídeo) y Burgos, representativas del uso del reconocimiento de imágenes y la geolocalización respectivamente como puntos de referencia, demuestran que no es difícil de poner en marcha y que requiere una dosis extra de imaginación. Recorrer una ciudad obteniendo información adicional en contexto o enriquecer un folleto en papel es posible para cualquier biblioteca.
Transmitir a los usuarios que también podemos ayudarles con los dispositivos móviles –como indicó Noemí Gómez– y aprovechar las capacidades de smartphones y tabletas es uno de los retos que se nos plantea a las bibliotecas y que hacen que debamos estar atentos a la #bibliomovilidad. La #bibliomovilidad debe ir más allá de hacer que los contenidos se vean bien en el móvil del usuario (aunque no se debe olvidar esta parte), debe buscar cómo combinar las capacidades del dispositivo con las necesidades del usuario o del bibliotecario y pensar nuevos servicios o mejorar los ya existentes para facilitarnos la rutina diaria.