Productos de temporada

Productos de temporadaEl 10 de octubre se va a celebrar una Jornada de buenas prácticas en la Red de Lectura Pública de Euskadi. La idea de la Jornada es sencilla: explicar de colega a colega cosas que hacemos en las bibliotecas. La nuestra es una de las que va a contar su experiencia.

Cuando nos invitaron a participar daban por descontado que Muskiz iba a exponer algo relacionado con la tecnología (la gaseosa pesa). Para no defraudar y como acabamos de estrenar un tablet se nos ocurrió que podíamos contar qué tal nos va con el cacharro. El caso es que se acerca la fecha del evento y nos reclaman el título de la charla.

Hoy se ha presentado nuestra compañera Aiala con un regalo: una bolsa llena de pimientos, tomates y calabacines recién cogidos de su huerta. Nos ha faltado tiempo para dejar lo que teníamos entre manos (entre otras cosas, lo del título de la charla), ponernos a oler la bolsa (sí, confieso, me pierden los pimientos verdes) y sentirnos felices… Ese momento «frescura del producto de temporada»  produce una sensación similar a la experimentada cuando llegan los pedidos y nos avalanzamos impacientes para ver los nuevos libros.  No podíamos dejar de compartir ese instante de felicidad con nuestros usuarios. El resultado, la foto que ilustra este post y el vídeo del “cómo se hizo” que os dejo a continuación.


Volviendo al día 10, sé que necesitamos un título apropiado (por ejemplo “Marketing en bibliotecas: los dispositivos móviles y sus posibilidades creativas”) y hablar del uso de tabletas y smartphones  para generar nuevos contenidos que ayuden a difundir nuestros servicios. Supongo que nos explayaremos en qué apps utilizamos y cómo las empleamos para sacar fotos, grabar vídeos, subirlos a Youtube y distribuirlo por Twitter e Instagram. Muy tecnológico aunque temo no consiga transmitir algo esencial: la importancia de la frescura en la biblioteca, lo fundamental de los estados de ánimo y cómo estas nuevas tecnologías nos pueden ayudar a captar esos momentos y a compartirlos.

Aunque en mi opinión pimientos, calabacines y tomates sean la esencia del uso de la tecnología el 10 de octubre seré profesional, cumpliré lo prometido…y dejaré esa charla sobre «Productos de temporada» para quienes se animen a comer ese día conmigo. ¿Alguien se apunta?)

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Aprender a silbar

#bibliotecaAnda el patio bibliotecario contento con esto de la #biblioteca, aunque, como siempre, nunca llueve a gusto de todos. Cinco años ya desde que empezamos a hacer ruiditos hasta conseguir silbar como dios manda y, de verdad, es para estar contentos.

Natalia señala “El mayor logro en esta ocasión no ha sido que nuestras bibliotecas estén en lo más visible de las redes sociales, a la altura de Lady Gaga, el empleo o el presidente del gobierno, sino congregar a tanta gente de todo el mundo con un objetivo común, en lo que quizás sea el proyecto colaborativo que involucra directamente y de forma desinteresada a un mayor número de bibliotecarios en todo el planeta.” Una lectura positiva que suscribo.

El experimento #biblioteca demuestra que desde 2009 hemos madurado en el uso de las tecnologías (a las 16 horas españolas de un 12 de agosto no me imagino al personal tuiteando desde una biblioteca sino desde casa/bar/piscina con el portátil/tablet/smartphone persoprofesional), tenemos más cacharros a nuestro alcance (desconcertante que los datos apunten nuestra preferencia por el pc en la era post-pc…) entendemos cómo funcionan las redes sociales (tanto como para lanzar una andanada de slogans precocinados en el momento preciso) y sabemos involucrarnos colectivamente en la consecución de un objetivo (celebrar el día del orgullo #biblioteca con un punto chauvisnista muy saludable). Por cierto, llamativo que que quienes invocamos profesionalmente el silencio celebremos el triunfo del ruido 😉

Ahora que hemos descubierto demostrado que somos capaces de hacer que se hable de lo nuestro creando (fugaces) tendencias sociales creo que el reto de las próximas ediciones debería ser dotar de empaque al día de la #biblioteca intentando:

– aumentar el número de participantes “no bibliotecarios” (diversidad que enriquezca la cantidad)

– disminuir el peso de los tuiteros tractores (el ratio tuits por persona sigue siendo muy elevado) y

– acortar la brecha entre mensajes y RTs,(este año la hemos agrandado de 2 a 3).

Necesitamos una melodía fluida y cotidiana que anime a nuestros amigos, vecinos, usuarios a silbar con nosotros en y sobre nuestras bibliotecas. ¿Nos animamos?

Chivi

ChiviritaConocí a Chivi en la escuela, cuando a los 10 años empecé 5º de EGB donde las monjas. Estuvimos en la misma clase y jugamos al fútbol en los recreos durante tres años pero no recuerdo haber hablado mucho con él. Era uno más de los chicos de la escuela que desapareció de mi vida cuando empecé el instituto. Durante años le olvidé hasta que hace unas semanas volví a cruzarme con él, en la acera, ambos de camino, saludándonos sin cruzar palabra pero reconociéndonos. Si el aspecto de una persona nos habla de la vida que lleva la de Chivi no debe (debía) de ser fácil.

La crudeza de un correo en el spam del buzón del ayuntamiento me ha traído de nuevo a Chivi

“Desearía,y me haría feliz que el Ayuntamiento hiciera una mínima mención a uno de sus habitantes que nos ha abandonado para siempre, José Luís Nuñez Abad, Chivi, que vivió sin familia, que solo nació y solo murió”. “Muchos ciudadanos lo despreciaron por alcohólico. Quiso curarse, pero no llegó a tiempo. Una persona no se hace alcohólica o ludópata o anoréxica o cae en una depresión sin un motivo de fondo…”

Busco infructuosamente una esquela que nadie ha mandado escribir; si la cotidianidad nos hace inmunes a la marginación y a la soledad de los conocidos, qué será con la de los extraños.

Abro la biblio y saludo al Yoni, a Alberto y a Bolota. Los tres comparten con Chivi problemas de soledad y de exclusión y me pregunto qué encaminó los pasos de estos hacia una biblioteca mientras que él nunca la encontró en su camino. Intercambiamos unas palabras, tal vez las únicas que crucen a lo largo del día; todos necesitamos esas palabras, ellos para esquivar momentáneamente la indiferencia y la incomprensión, yo para creerme mi trabajo…

Estimadas, estimados colegas: buen día de la #biblioteca.

Bolota

20130705_122854Se acerca temeroso al mostrador, habla con acento y muy bajo (no, no en ese tono de voz que te imaginas de usuario de biblioteca, sino en el susurro de quien viene a pedir). Ni le oigo ni le entiendo; le pido disculpas y pregunto qué desea. Saca un papel del bolsillo; es una plantilla de curriculum, en blanco.

Las manos que acercan el papel me sorprenden por su tamaño (sin duda están más habituadas a la calle que al teclado)  y por su temblor (sí, está nervioso). Le acompaño al ordenador y abro el procesador de textos. Se sitúa frente a la pantalla y pasa los minutos sin hacer nada; no hace falta ser un lince para deducir que la situación le es incómoda: probablemente no está habituado a usar el ordenador y tampoco controla la jerga laboral necesaria para pergeñar un cv, ni en su idioma ni en el nuestro.

Son las 10,30, la biblioteca está tranquila y evalúo la situación mientras reflexiono sobre lo que debemos y podemos hacer por nuestros usuarios. La vergüenza torera vence a la mezquindad y me pongo a redactar su CV. Quince líneas para desgranar una vida y depositar esperanzas.

Descubro que Bolota es más joven que yo (quién lo diría) y que lleva años sin trabajo. No puedo evitar sentirme incómodo al escribir. Incómodo porque la administración a la que pertenezco cumple («rellena esto y vuelve; en la biblioteca tienes ordenadores») pero no ayuda; incómodo porque la biblioteca cumple («ahí está el ordenador») pero no (puede o quiere, decide tú que te aplicas) ayuda; incómodo porque no puedo evitar comparar mi privilegiada situación con la suya.

Tendencia 2013: el metro cuadrado

IMG_20130507_142626 (1)El otro día me asomaba por esta ventana argumentando que no consideraba este un buen momento para impulsar un modelo de préstamo de ebooks tal y como la industria lo plantea. La razón, por si no quedó claro, no es la negación de la necesidad del servicio sino las reglas de juego sobre las que quieren hacer pivotar el mismo.

Sí la industria editorial argumenta en términos de “defensa de la industria y del autor” nosotros debemos plantear la defensa de la industria, del autor y de la cultura. En un escenario de desaparición de librerías y en el que las editoriales no garantizan la conservación de su propio fondo (!ay qué caro está el m2¡) no debemos olvidar que las bibliotecas son el último reducto físico del libro, del autor y su obra. Nuestro trabajo, sufragado por todos, tiene un impacto económico que no quieren reconocer pero que debemos esgrimir. ¿Y si las bibliotecas cobrasen a autores y editoriales por el privilegio de que sus libros tengan unos m2 de exposición permanente que garantiza la calidad de su visibilidad y conservación?.

El mercado niega a las pequeñas bibliotecas públicas el acceso al ebook dejándolas a expensas de la negociación entre las plataformas distribuidoras y las administraciones. Podemos ofrecer papel pero no bites y eso está favoreciendo la aparición de canales alternativos de descubrimiento y acceso a la lectura. Y ahí perdemos todos.

Entre el acceso restrictivo y muy limitado al contenido que nos proponen (no compramos una obra sino que pagamos por acceder a ella n veces por un tiempo) y ese “pirateo” al que tanto aluden (y fomentan…hasta hacernos pensar mal) debe haber un punto intermedio. ¿Por qué no facilitar una compra de contenido digital con tratamiento de libro impreso? (si se compra “un” ejemplar se presta “un” ejemplar por el tiempo estipulado, no estando accesible para otro usuario mientras tanto). La tecnología lo permite, ¿dónde está el problema?. Quien esgrima que el desgaste del papel que limita el número de préstamos y “obliga” a reponer el libro no se da en un ebook es porque esconde la obsolescencia de dispositivos y formatos; sobre el mensaje nada subliminal que identifica libro prestado con libro no vendido prefiero abstenerme. Y si alguno piensa que eso es inviable les recomiendo un paseo por la editorial Susa o por el CIELO.

La lectura en pantallas necesita una entente cordial entre los deseos de la industria editorial y la defensa del préstamo en bibliotecas. En este punto, las instituciones interesadas en que la industria cultural florezca tienen que ayudar a perfilar el modelo de acceso a la lectura que desean defender. Y tienen que decidir si lo harán buscando el equilibrio o primando a la parte aferrada al (irrecuperable modelo del negocio) papel. Solo espero que cuando negocien recuerden lo de los m2.

Tendencia 2013: bilbainadas las justas

[Biblioblog. Fernando Juárez] «En vuestra opinión, ¿es el préstamo de ebooks una prioridad en nuestras bibliotecas?»

Con esa pregunta empezó la primera reunión del grupo de trabajo sobre biblioteca y libro electrónico a la que asistí el otro día. Acuerdo unánime en que no es moda sino necesidad (a ver quién era el guapo que decía que no).

Si el préstamo de ebooks no está en las bibliotecas no es debido a la dejadez de éstas. La lectura en pantallas a un click de distancia no es algo que no hayamos visto venir, tampoco algo que no deseemos; simplemente es algo que no nos han dejando ofrecer. El libro y su modelo de negocio no serán lo que fueron y algunos se empeñan en que las bibliotecas paguemos los platos rotos. Ahora el menú que nos ofrecen es muy caro y la carta muy corta.

Cuanto más tarde el mercado en ofrecer buenos canales de distribución, cuanto más cicateros sean con las condiciones de «acceso» a las novedades, mientras se siga identificando el préstamo de un libro con una venta menos y no con la posibilidad de descubrimiento de autores y lecturas, mayor será el auge de los circuitos de acceso marginales a la lectura. (Aquí que cada cual entienda marginal como le venga en gana).

No sé cuántos usuarios han dejado de venir a la biblioteca tras la adquisición de un cacharro de esos para leer libros; tampoco los que dejaran de hacerlo en los próximos meses tras los recortes a los que nos vemos sometidos. En tiempos de crisis hay que priorizar gastos, y tal como está el patio, prefiero hacer un esfuerzo en lo conocido por muy bueno que sea lo por conocer. El retorno de la inversión de un euro gastado en la compra de una obra impresa es actualmente mucho mayor que el realizado sobre la licencia de una obra digital.

Así que retomando/reformulando la pregunta del principio, «¿Cuánto estámos dispuestos a pagar por el préstamo de best-seller adaptado a las nuevas pantallas?». Personalmente, no lo que actualmente nos piden. Ofrecer préstamo de libros electrónicos con las condiciones actuales es una bilbainada que no nos podemos permitir. No tengamos prisa, el tren no se nos escapa… a nosotros. En este pulso en el que nos obligan a participar creo que el tiempo juega a nuestro favor.

Fernando Juárez Urquijo

Tendencia 2013: las app

He de reconocer que nuestros responsables siempre nos han animado a desarrollar apps y a buscar soluciones innovadoras. Así que he consultado a los actuales, por si acaso, y nos han vuelto a dar el placet, regalándonos tiempo y ayudándonos a centrar los proyectos. Que si algo bueno tienen los recortes presupuestarios es que, además de la consabida disminución de dineros, acarrean también una economía en tiempos y esfuerzos. Descartar todo tipo de iniciativas que supongan desembolso alguno ayuda a centrar el esfuerzo en la alternativa que te queda: buscarte la vida. Y poder disponer del tiempo que antes se dedicaba a la adquisición de los libros* nos ayuda en la realización de nuestras apps: a probar posibilidades.

Llevamos semanas dándole vueltas a una idea: queremos que la biblioteca ayude a padres e hijos a acercarse a la lectura desde la pantalla de su teléfono. Estábamos en ello  cuando hemos advertido que el servidor en el que alojábamos los puntos de información de nuestra capa de realidad aumentada ha dejado de funcionar (derivadas de ser pobres y riesgos de la computación en la nube); nos hemos quedado sin batalla de somorrostro y con el patrimonio inmaterial tan inmaterial como de costumbre…En fin, parece que necesitamos otra app.

Y nos hemos puesto en contacto con un centro de formación profesional con módulo de informática para que nos dejen un par de alumnos y con un padre/artista para que nos haga un dibujo que podamos usar en la pantalla de tablets y móviles. Y todo con la certeza de que no sabemos si llegaremos a algún sitio pero que, por lo menos, vamos a intentarlo. Es lo que tienen las apps, que no sabes si te van a servir para algo hasta que nos la pruebas.

* Por cierto,  tanto que alardean algunos en los USA que van a poner en marcha bibliotecas sin libros y nosotros hace tiempo que las ofrecemos a los nuestros usuarios. ¡Ay, ese endémico marketing bibliotecario ;-)!

Tendencia 2013: fomentar las intersecciones

– Hola ¿cómo definirías memoria local?
– Esto…

La pregunta de JA me ha dejado fuera de juego. Conocí a JA (mejor dicho, la voz de JA) por mediación de Mendi, un escritor metido a periodista (o al revés) con el que coincidí en unas charlas sobre literatura y nuevas tecnologías y al que propuse hacer un reportaje sobre bibliotecas alejado de los tópicos (nada de estadísticas sobre préstamos y asistencias). Entre los muchos temas que tratamos nos pareció interesante abordar el esfuerzo que desde las bibliotecas públicas se está haciendo por recopilar y difundir la memoria local.

-”Mira Mendi, conozco a dos personas muy interesantes que nos pueden ayudar. Sara (Gago) es bibliotecaria de Ermua y Jesús (Arana) de Barañain”.

Le comenté que, desde diferentes enfoques, nuestras bibliotecas pueden considerarse un referente en la materia. Barañain y su proyecto  “Conversaciones en la Biblioteca: Vecinos y Vecinas de Barañain” que pretende valorar, difundir y preservar la obra de los artistas de la localidad; Ermua «Haciendo memoria, recogiendo historia» y Muskiz con sus batallas de Somorrostro.

Y le propuse facilitarle el contacto con Ermua y Barañain y después ya se vería…Me temo que ese «ya se vería” está muy relacionado con la pregunta de JA.

Incapaz de dar una definición me he encontrado explicando cómo en nuestra biblioteca ponemos en contacto a personas interesadas en un mismo tema que no se conocen hasta que recurren a nosotros, tal y como le he puesto a él en contacto con Sara y Javier. Y si bien no he sabido definir lo que es memoria local creo que sí sabría definir lo que es una biblioteca: “Una biblioteca es un espacio de intersección entre personas que se necesitan pero que se desconocen”.

La bibliotecaria es la persona que estimula y posibilita esa intersección. Y supongo que memoria local es el rastro que deja esa confluencia de intereses, en mi caso con sabor a pueblo. Por cierto, ahora que el tema terminológico está tan candente, creo que podría definir al bibliotecario con una sola palabra: liante.

Y mientras barrunto esto me pregunto cómo hacer para interseccionar al Yoni con Jesus Mari, de quien os hablaré otro día…después de un buen café.

Tendencia 2013: ayudar a Tomás

Estaba pensando en cómo conocí a Tomás a finales de los ochenta cuando vi entrar al Yoni. Sin darle tiempo a reaccionar me acerqué a él, le tendí la mano y le invite a pasar al despacho.

“Hola, me llamo Fernando. Tú eres Yoni, ¿verdad?. Ya sabes que por las tardes la biblio está a tope y hay gente esperando para usar el ordenador. Me comenta mi compañera que no haces ni caso cuando te pide que cedas el sitio a otra persona y que respondes de malos modos”.

Al Yoni, 18 años, testosterona explosiva, grito fácil, querencia por el acid house que revienta auriculares, le gusta marcar territorio por donde pasa. En la biblioteca encuentra sus dosis de tuenti ahora que han limitado el uso de ordenadores en el KZ y en el Gaztegune. Al Mariano, aunque prefiere el flamenco, no parecen desagradarle los gustos del Yoni ni le intimidan sus formas; creo no equivocarme si aseguro que es el único. Mis compañeras, siempre en busca del equilibrio cuando sobre el mostrador se avalanchan préstamos, búsquedas y prisas, están preocupadas.

”Yoni, no queremos estar todo el día de bronca ni llamar a nadie para que ponga orden, tampoco obligar a presentar el carnet ni limitar el acceso a una hora al día, pero si nos nos ayudas lo vamos a tener que hacer; tendremos que imponer normas restrictivas que nos van a perjudicar a todos… y te habrás quedado sin KZ, sin Gaztegune, sin biblioteca y sin tuenti”.

Nos miramos. Parece que hay acuerdo.

-”Vale, entendido”.

El Yoni y yo tenemos algo en común: una gran crisis nos trajo a la biblioteca (“Si no hay más, contigo Tomás”). Y si nunca imaginé que mi vida laboral estaría allí supongo que tampoco el Yoni entenderá su peregrinaje diario hacia ella. En mi caso, Tomás me descubrió una ocupación que me apasiona. No sé si el Yoni tendrá tanta suerte como yo pero de momento he decidido ayudar a Tomás mientras le explico lo mismo al Alejandro.

Tendencia 2013: la china en el zapato

C es mi alcalde, necesita bajar gasto y no tiene tiempo para hilar fino. Supongo que cuando tienes que gestionar unos cuantos millones de euros y necesitas aplicar la tijera lo más cómodo es la tabla rasa; se establece la regla del x % para todo hijo de vecino y a otra cosa, que el día a día no da tregua. De nada sirve explicar que no es lo mismo quitar ese  porcentaje sobre 1.000 que sobre 100, que quien dispone de un presupuesto de subsistencia se queda sin margen de maniobra; que cuando la población carece de recursos se refugia en la biblioteca por su ocio barato y de calidad. Nada. Tampoco funciona esgrimir estadísticas de todo lo que prestamos, de todas las personas que atendemos. En fin, café para todos.

El otro día estuve de charla con C (ventajas de ser de pueblo). Estábamos reunidos varios técnicos menores (de cultura, para entendernos) analizando distendidamente la estrategia de comunicación municipal. Aunque no tocaba, todas nuestras reflexiones conducían al gasto, al presupuesto, a la austeridad. En esas, sugerí a una compañera que suprimiese una actividad de gasto desproporcionado a la que la bonanza económica había dejado sin implicación ciudadana:

-«Si ni pagando encuentras quién se implique yo recortaría por ahí» solté.

– “No, hay que mantenerlo, que por no oir a los vecinos…” fue el veredicto de C.

Y entonces descubrí que llevo años equivocando la estrategia. Tantos tiempo entendiendo la biblioteca como servicio público por y para la ciudadanía no me había dejado ver que estaba leyendo mal el contexto. La administración no persigue el bien público sino la tranquilidad del dirigente. Nunca había entendido la biblioteca como “la china en el zapato”. Tal vez no sea demasiado tarde.